Lencería femenina: historia y concepto actual

La lencería se ha convertido en una parte muy importante de la moda femenina: no solo tiene una función muy clara de protección e higiene, sino que también es una forma de autocomplacencia y autoexpresión. Pero, ¿Qué es la lencería? ¿sabemos de dónde viene?

La historia de la ropa interior no es solo la historia de una prenda, es también la historia de la moda, la música y la danza, pero también de la rebelión de las mujeres y de la fuerza de algunos iconos femeninos como Simone de Beauvoir, George Sand o Madonna.

¿Qué es la “lencería”?

Según el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, “lencería” es la ‘ropa interior femenina’. Pero, ¿qué ocurre si buscamos este último término en la misma fuente? Nos encontramos con que la definición es “ropa de uso personal, bajo las prendas exteriores”. Por tanto, ambos términos podrían usarse como sinónimos y de manera indistinta, pero en el fondo sabemos que esto no es del todo así.

Podríamos decir que “ropa interior” es un concepto más genérico que engloba a todas las prendas interiores que se utilizan bajo la ropa, y suele ser más funcional y cómoda. Por su lado, “lencería” hace referencia a prendas más elaboradas, con diseños y materiales especiales, y que se usan como forma de lujo y seducción.

En este post veremos cuál es el origen de la ropa interior en general, y en qué momento surge eso que hoy denominamos “lencería”.

Origen de la ropa interior, remontémonos al Antiguo Egipcio

En 1991, unos arqueólogos hallaron en Austria unas tumbas egipcias que databan del 5000 a.C, y que contenían taparrabos de lino. Se cree que pertenecían a faraones y reinas, y que servía para sostenerlos hasta la otra vida.

Por aquel entonces, era simplemente un trozo de tela que se enrollaba alrededor de la cintura y a través de la pierna con el fin de ofrecer protección en las zonas más íntimas, especialmente en los lugares más fríos del mundo. Esta prenda recibía el nombre de “taparrabos”. No obstante, aunque la funcionalidad era la misma, no todos eran iguales: los antiguos egipcios y los faraones llevaban taparrabos de cuero y su tejido y longitud variaban en función del status.

Por lo tanto, el ser humano lleva ropa interior desde hace, por lo menos, 6000 años.

Cronología de la evolución de la ropa interior

Veamos ahora una sencilla cronología de la evolución de la ropa interior.

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La ropa interior en la Antigua Grecia y Roma

Las mujeres griegas y romanas solían usar túnicas sueltas como prendas, pero también usaban prendas más ajustadas para sostener y cubrir sus senos.

En Roma, cubrir las piernas estaba mal visto y se consideraba algo propio de bárbaros, o una forma de protección de los más pobres. Sin embargo, cuando los ejércitos romanos comenzaron a expandirse hacia el norte, comprendieron la importancia de cubrir esta parte del cuerpo para combatir el frío y protegerse de las rozaduras de los caballos. Fue entonces cuando comenzaron a llevar bragas y calzas (se diferenciaban en que estas eran de paño o cuero) que iban sujetas en el tobillo o la rodilla hasta la cintura por medio de correas entrelazadas.

La ropa interior en la Edad Media

Durante esta época, la ropa interior se usaba principalmente para cubrir el cuerpo y mantenerlo caliente.

La ropa femenina constaba de varias piezas, pero no había tela en las partes íntimas. Existían corsés, corpiños, estructuras metálicas en faldas o calcetos de lana si hacía mucho frío.

Como las casas eran frías, y la higiene brillaba por su ausencia, los miembros de la nobleza europea comenzaron a vestir sencillas ropas de lino bajo sus ropajes con dos fines:

  • Por un lado, proteger la ropa de sus cuerpos sucios gracias a la capa intermedia.
  • Por otro, proporcionar una capa extra.

Hasta el siglo XV, las mujeres iban con los pies y las piernas descubiertos porque no podían usar calzas. Una tendencia que cambia a partir del XV, cuando pueden empezar a llevar estas prendas.

A partir de este siglo, las túnicas fueron suprimiéndose, y para lucir la figura, se adaptaron los jubones o corpiños y las calzas.

Para finales del siglo XV, las bragas se unieron a las calzas, formando un todo que recibía el nombre de “calzas-bragas”. No obstante, se sigue llevando debajo otra braga.

La ropa interior en el siglo XVII

En el siglo XVII, las mujeres de la nobleza comenzaron a sufrir en nombre de la moda: empezaron a usar corsés y corpiños cada vez más apretados para enfatizar la cintura y crear una silueta muy exagerada que elevara cualquier tipo de pecho. Aun así, seguían sin llevar nada más bajo las enaguas.

La ropa interior en el siglo XIX

El siglo XIX es de vital importancia en la historia de la moda en general, y de la ropa interior en particular. Con la revolución industrial, la lencería se hizo más accesible y común para las mujeres y hombres de todas las clases sociales. También se introdujeron nuevos materiales y técnicas de confección que permitieron prendas más cómodas y atractivas.

A comienzos del siglo, las mujeres empezaron a llevar prenda interior en la parte inferior, concretamente una que se parecía mucho a los pantalones, y que consistía en un par de piernas separadas que se unían en la cintura y se ajustaban alrededor de los tobillos. Al principio, los diseños eran sencillos, pero poco a poco fueron haciéndose más complejos, incorporando decorados, encajes, cintas, más colores... Aunque a día de hoy nos resulta chocante, no podían acostarse con estas prendas puestas, ya que les daba vergüenza que sus maridos vieran algo de su ropa interior.

Seguía llevándose el corsé como prenda que permitía estilizar la figura y seducir. Una anécdota al respecto es que, en 1852, la reina Isabel II salió ilesa de una puñalada gracias a lo apretada que llevaba esta prenda.

Tras la revolución francesa, se creó, en palabras de Simone de Beauvoir, una situación paradójica: al tiempo que se rendía culto al cuerpo femenino, se mostraba pudor ante el mismo. Esto se tradujo en la prohibición por parte de las autoridades de esta prenda, a pesar de que muchas elegían libremente llevarlo.

En este siglo, la danza jugó un papel importante en la evolución de la ropa interior:

  • Con la aparición del cancán, se empezó a diseñar prendas íntimas femeninas acordes a las necesidades de las mujeres. De esta forma, se protegían y evitaban infecciones.
  • Las bailarinas Isadora Duncan (1877-1927) e Irene Castle (1893-1969) dejaron de lado el corsé y se animaron a mostrar las piernas. Una moda que comenzaron a seguir las demás mujeres.

A esto cabe sumarle que la novelista George Sand (1804-1876) fue la primera mujer que se atrevió a usar prendas masculinas como el pantalón o el culotte, dando un paso más en la libertad de elección de las mujeres, y rompiendo los estereotipos clásicos.

La ropa interior en el siglo XX

Es el siglo XX es el más prolífico en muchas cosas, también en cuanto a ropa interior. En este periodo, experimentó una gran evolución en cuanto a estilo y comodidad, y se convirtió en un elemento importante de la moda femenina. También se introdujeron prendas especializadas para deportes y actividades físicas.

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Las primeras bragas modernas en los felices 20

La década de los años 20 también fue un momento de vital importancia para la lencería.

Tras el nacimiento de la lencería de moda pasajera en torno a 1909, se creó la combinación como una nueva prenda interior estrecha. Se trataba de dos piezas que se combinaban para resultar en una, como la camisa de señora o corsé y las bragas o pololos.

En 1924, se realizaban camisolas y camisetas que acababan en la cadera y se llevaban pegadas por dentro de los pololos. Eran de gran lujo porque estaban fabricadas con fina seda, y los apliques y acabados estaban bordados a mano.

Los lazos que podemos ver en las braguitas actuales son un recuerdo de estas primeras bragas que tenían la función de proteger el pudor de las mujeres.

Tras el crack de 1929 y la consiguiente crisis, las prendas de vestir empezaron a estrecharse, y también lo hizo la lencería que las acompañaba.

Además, esta década era también la época del Art Deco y del jazz, así que las mujeres comenzaron a experimentar con prendas más atrevidas y sensuales, incluyendo las bragas de fantasía. Estas bragas eran un tipo de ropa interior que combinaba elementos de la lencería con detalles más elaborados, como encajes, bordados y pedrería. A menudo se usaban como un elemento de seducción y se consideraban un signo de liberación y libertad sexual. Con la llegada de la época de la Prohibition, las bragas de fantasía se convirtieron en un accesorio popular en los clubes nocturnos y en las fiestas privadas, donde las mujeres podían mostrar su sensualidad sin ser juzgadas.

La ropa interior en los años 30

Con el estallido de la II Guerra Mundial, las combinaciones que usaban las mujeres se unieron en la cintura de las enaguas y los pololos, dando origen una prenda única que iba desde el torso a las caderas, con cuello redondo o tirantes.

Cuando la guerra terminó, se fabricaron prendas más sencillas y asequibles.

La revolución de la lencería femenina en los 50 y 60

En los 50, el Rock and Roll comenzó a popularizares entre las generaciones más jóvenes, marcando un estilo muy peculiar en la vestimenta, que también tuvo su impacto en la ropa interior. La enagua comenzó a llevarse de líneas rectas y sencillas para acompañar a los modelos cortos de falda, y a la combinación se le agregó elástico en la cintura y se acortó para adaptarse a la minifalda.

A medida que los vaqueros se fueron expandiendo, los tejidos que se empleaban en lencería fueron adaptándose, y se abandonaron los delicados encajes por la licra, que se ceñía mejor a la piel.

La lencería en los ochenta

Tras hacerse populares en América del sur, los tangas llegaron a Estados Unidos en la década de los ochenta, donde experimentaron un verdadero auge. Con esta prenda, se instaló en el vocabulario de todos el concepto de ropa interior sexy”, y la lencería pasó a convertirse en una poderosa herramienta de atractivo sexual.

A ello hay que sumarle que artistas como Cher o Madonna aparecieran en ropa interior sobre los escenarios, rompiendo así la idea de que la ropa interior debía ser oculta.

¿En qué momento podemos empezar a hablar de lencería?

Podemos hablar de lencería como un término específico para prendas íntimas femeninas a partir del siglo XIX. Anteriormente, la ropa interior se refería a una amplia variedad de prendas que se usaban para cubrir y proteger el cuerpo, pero con el tiempo, la lencería se fue desarrollando como una categoría de prendas específicas diseñadas para mejorar la apariencia y la sensación de confort del cuerpo. Con el surgimiento de la moda femenina y la creciente demanda de prendas atractivas y cómodas, el término "lencería" se convirtió en un término común para describir prendas íntimas de lujo.

mujeres en sujetadores

¿Cuándo apareció el sujetador?

El sostén proviene del zóster, una prenda que utilizaban las griegas solteras, y que consistía en una banda de paño bordada cruzada que se ataba en la cintura. Las mujeres casadas vestían otra prenda que servía para elevar el pecho, y que recibía el nombre de “apodesmo”.

En Roma, un mosaico del 400 d.C. muestra a varias mujeres vistiendo unas bombachas y también una pieza de tela que recubría el pecho con el objetivo de resaltarlas. Para las mujeres de la alta sociedad estaban fabricadas con hilos de oro y plata, mientras que las demás los vestían de lino o cuero.

Lencería en la actualidad, ¿en qué punto estamos?

Desde la década de los 2000, la ropa interior apenas ha cambiado, ya que seguimos priorizando prendas que nos permitan realizar movimientos de manera sencilla y efectiva, y llevarlas todo el día. Pero tampoco podemos dejar de lado la sensualidad o el romanticismo.

 

mujer en ropa interior

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